La bandera blanca y verde de Andalucía

Desde siempre me he preguntado por el origen de los símbolos. A pesar de la cacareada caducidad futura de los estado-nación, las banderas que identifican a los territorios continúan siendo los más importantes de todos. Y dado que es preferible comenzar a investigar lo que se tiene más próximo, y con festividades más próximas, os voy a contar la génesis, evolución y significado del estandarte de la tierra en que nací: la Comunidad Autónoma de Andalucía, una de las diecisiete que componen el reino de España.    

La bandera de Andalucía también es conocida como Arbonaida, palabra que, según Antonio Manuel, proviene de la andalusí “albulaida”, diminutivo de “balad”, que significa mi tierra” o “mi país”

Dejando a un lado la aparición de Hércules y los leones flanqueados por las columnas, simbología que analizaré en otro post, me centro en los colores de la bandera de Andalucía, dividida en tres bandas de igual tamaño, con la central blanca y las exteriores verdes. Así lo dispuso el Estatuto de Autonomía de 1981, que estipula que es «la tradicional […], tal como fue aprobada en la Asamblea de Ronda de 1918». Sin entrar a analizar desde cuándo existe Andalucía como realidad política, busquemos en el pasado antecedentes de dicho cromatismo en lo andaluz.

Para ello me he servido de la investigación realizada previamente dentro de mi proyecto Enciclopedia mitológica de Andalucía, con muchos puntos en común con la conferencia organizada por el Centro de Estudios Andaluces, y pronunciada el 30 de noviembre de 2022 por Manuel Ruiz Romero, profesor de la Universidad de Sevilla y de la Universidad Pablo de Olavide, doctor en Historia Contemporánea y uno de los mayores expertos en los avatares del andalucismo. La conferencia tuvo lugar con ocasión de la conmemoración, por primera vez, del Día de la Bandera de Andalucía, el pasado 4 de diciembre. Pueden encontrar en la leyenda de la imagen el enlace de la conferencia, cuyo autor, muy amablemente, me ha dado el permiso para reproducir imágenes y contenido.

Pueden ver la conferencia en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=-m46e4L8DPY

Ruiz Romero reivindica que la bandera, aunque fuera reconocida oficialmente en el siglo xx, cuenta con más de mil años de historia, sino más: está comprobado su origen andalusí, pero es que, según unos recientes documentos hallados por el Ayuntamiento de Jerez, parecen existir pruebas de que en la Bética romana ya se usaba el verdiblanco como enseña, asunto que el conferenciante tiene previsto estudiar en profundidad. Sea como fuere, el testimonio escrito más antiguo que existe de esta identidad cromática es el poema en el que se inspiró Blas Infante, cuyo autor es el vecino de Guadix del siglo XI d.C. Abu Asbag iben Arqam, y que dice así: «una verde bandera que se ha hecho de la aurora blanca un cinturón, despliega sobre ti un ala de delicia, que ella te asegure la felicidad al concederte un espíritu triunfante».

El estandarte de Colls, cobijado hoy día en el Archivo Histórico Provincial de Huesca.

Existen otros ejemplos del empleo del verdiblanco de esta época, como el estandarte de Colls, arrebatado por los cristianos a los andalusíes en una de tantas refriegas. Otro ejemplo lo encontramos, según un libro de Blas Infante, cuando Ben Yusuf venció a Alfonso VIII en la batalla de Alarcos y colocó, para festejarlo, un pendón verde y blanco en el alminar de la mezquita mayor de Isbilya, la futura Giralda. Un tercer caso sería el escudo del II Conde de Cabra, creado tras su triunfo en 1258 en la batalla de Lucena, acompañando al símbolo de su casa de 22 estandartes andalusíes, la mayoría verdiblancos.

Escudo del II conde Cabra, donde los pendones rojiblancos hacen referencia al reino nazarí de Granada.

Muchos han creído ver también un antecedente en el Motín del Pendón Verde, un levantamiento popular acaecido en Sevilla en 1521 en el entorno de la calle Feria. Un hambriento populacho asaltó la iglesia del Ómnium Sanctorum, bajo la protección y patrocinio de los marqueses de La Algaba, robando un pendón de fondo verde con tres medias lunas blancas, que pasearon luego por la ciudad. Una réplica de dicho estandarte aún sigue exponiéndose todos los primeros de noviembre en la torre de dicho templo. Otro eco en la capital hispalense de este color son las múltiples cruces verdes que había colocadas en distintos puntos de la ciudad, habiendo sobrevivido en el nomenclátor en la collación de Feria.

La réplica del pendón verde, izada en la torre de la iglesia del Ómnium Sanctorum, que contaba con una pasarela que la comunicaba con el palacio de los marqueses de La Algaba.

El marquesado de La Algaba pertenece a la casa de Medina Sidonia, que fueron señores de buena parte de Andalucía Occidental durante varias centurias, y que también está ligada al verdiblanco en la figura del IX conde de Medina Sidonia, Gaspar Alonso Pérez de Guzmán, de orígenes moriscos y que, en el curso del fallido intento de independencia de Andalucía con respecto a la Monarquía Hispánica en 1641, abanderó la conspiración con una bandera de dichos colores.

Escudo de La Algaba, con el símbolo de las serpientes de la casa de los Medina Sidonia, que se puede encontrar también en el escudo de Melilla.

Ahondando en la iconografía de los Medina Sidonia, tienen en la figura del dragón, representado como serpientes de color verde, su simbología, tal como se puede apreciar, precisamente, en el escudo de La Algaba. Y el empleo de este mitológico animal tiene que ver con las leyendas asociadas al fundador de la casa, Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, quien, en su etapa como mercenario en el norte de África a finales del siglo xiii, mató a un terrible dragón a las afueras de Fez. Como prueba de su hazaña, le arrancó la lengua a la bestia y se la mostró de regreso a los caballeros Veinticuatro, reunidos en pleno en el consistorio sevillano.

Cuadro de Juanete de 16212 que recoge el momento en el que Guzmán el Bueno mata a la sierpe de Fez.

El verdiblanco, según Manuel Ruiz Romero, también se encuentra en la iconografía cristiana. Así, en el cuadro de la Virgen de los Mareantes, obra de Alejo Fernández de 1531 y expuesto en los Reales Alcázares de Sevilla, se ve cómo una de las embarcaciones luce un pabellón y una carpa de colores verde y blanco. Acerca de este asunto, el teniente de navío Juan Guillén, enfrascado en el estudio de planos para reconstruir la carabela Santa María de cara a la Exposición Iberoamericana de 1929 celebrada en Sevilla, descubrió, en diversos documentos y cuadros, que la bandera usada normalmente por los conquistadores españoles al establecer los gobiernos de Tierra Firme era una de diez bandas verdes y blancas, y que se empleó como emblema del evento, simbolizando a America, junto a los colores España y Portugal.

Cuadro de la Virgen de los Navegantes, originalmente pintado para presidir la sala de audiencias de la Casa de la Contratación.

En la Asamblea de Ronda de 1918, los primeros lideres andalucistas aprobaron la bandera blanca y verde. Es importante conocer el contexto, recién terminada la Gran Guerra y sufriendo los azotes de la mal llamada gripe española. La desintegración de imperios como el austrohúngaro o el otomano condujeron a la necesidad de reafirmar la existencia de naciones dentro del ámbito europeo, lo que entroncaba con la doctrina Wilson, que perseguía la pacificación del mundo mediante instituciones como la Sociedad de Naciones.

La Asamblea de las provincias andaluzas de Ronda, celebrada en 1918, con Blas Infante en el centro.

Para los asamblearios de Ronda el verde simbolizaba la esperanza y la unión; y el blanco la paz y el diálogo. La justificación histórica era que el estandarte de la dinastía andalusí de los omeyas era verde, y blanco el pendón con el que los almohades concedían el perdón, una suerte de la bandera blanca en el terreno bélico, tan en boga por entonces. Hoy día el pantone con el verde de Andalucía se le llama verde omeya. En un texto de Blas Infante, Las insignias de Andalucía, cuenta que se descartaron colores como el negro, por ser un color de luto, y el rojo, por recordar a la sangre. Otros han querido ver en los colores de la bandera el verde de los campos de trigales y el blanco las casas encaladas, tan típicas de tantos pueblos y ciudades de Andalucía.

La bandera original de Andalucía que confeccionara Blas Infante, expuesta en el Museo de la Autonomía de Andalucía de Coria del Río.

Fruto de pesquisas propias, he encontrado la aparición de la verdiblanca unas décadas antes de que fuera izada por primera vez, en la década de los 30 del siglo pasado en municipios como Aracena, Cazalla o Jerez de la Frontera. En un cuadro que cuelga en el Ayuntamiento de Sevilla, que inmortaliza la colocación de la primera piedra del monumento a San Fernando en la Plaza Nueva de Sevilla se puede ver, en la azotea del edificio que cobija la iglesia de San Onofre, una bandera verde y blanca.

Cuadro de la colocación de la primera piedra del monumento a San Fernando en la futura Plaza Nueva, por entonces llamada San Fernando, en el año 1877.

Por más que he investigado, no he podido saber por qué esta bandera estaba izada, en unas fechas aún lejanas a los primeros andalucistas. Sí he podida dar una explicación ficticia en mi primera novela, Los secretos de Fernán Caballero, que publicaré en el próximo mes de marzo. Allí se descubrirá que la bandera de Andalucía es más que un paño de finas telas, cuyo origen se remonta mucho más allá de Roma, en un tiempo en el que historia y mitología eran la misma cosa.

Portada de mi primera novela, donde la bandera de Andalucía y sus propiedades mágicas tienen un gran peso en la trama.

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